El síndrome de los niños adoptados

Ser parte de la familia no siempre implica un vínculo de sangre. Muchos padres adoptan a sus hijos con tanto amor y emoción que les sorprende enfrentarse en algunos casos a emociones inesperadas en los pequeños.

Aunque no sea tu caso, probablemente has hablado o escuchado acerca del proceso de adopción poniendo en primer lugar a los adultos con sus retos y expectativas, aun así, ¿has pensado que siente un niño adoptado?

Sin estar en sus zapatos es realmente difícil tratar de acertar a esa pregunta, pero el desconocimiento de lo que los niños adoptados sienten es un tema generalizado, incluso entre los padres adoptivos y otros que planean convertirse en unos.

Devolvámosle el primer lugar al niño

Seguramente no es malintencionada la orientación acerca de pensar en los requisitos, el papeleo y todo lo que debe preparar la pareja o el individuo que desee adoptar, no obstante, tener en cuenta estos importantes asuntos no puede convertirse en un reemplazo de lo que es aún más vital.

Tal vez la adopción se percibe como un derecho de los padres que desean tener un hijo, pero en realidad es una medida de protección infantil que busca rodear a los pequeños con un entorno seguro, estable e idóneo para que puedan recuperarse de sus heridas emocionales o los daños vividos por experiencias anteriores.

¿Qué son los trastornos mentales infantiles?

Poner los pies sobre la tierra sobre la adopción no es restarle magia, sino entender que más que un derecho, el ser padres adoptivos nos responsabiliza por el bienestar de estos menores.

Desmitifíquenos la adopción

Ahora que entendemos que el niño es el protagonista más importante de todo el proceso, es momento de situarnos en la realidad y saber que tal como pasa con los hijos biológicos los hijos adoptivos también conllevan retos y luchas:

• La adopción implica un trasfondo emocional para los padres y para los hijos.
• A veces no nos daremos cuenta de lo que siente el otro sino hasta cuando la vida nos abra los ojos.
• Los problemas emocionales en la adopción pueden derivar en discusiones, desesperación y problemas de consumo.
• Si hubo daño emocional, es más complicado crecer de ‘forma normalizada’ aunque es posible.
• No está mal pedir ayuda y es frecuente que en medio de la adopción se requiera acompañamiento terapéutico para la familia o para niño.
• Adoptar no es sinónimo de problemas. Cada caso es único y muchos no los tienen.

Todo cambia según la vida que haya tenido el niño o la niña en sus primeros años, además de sus capacidades personales y la historia de la adopción.

Pongámonos en sus zapatos

Ante la gran pregunta de “¿qué pasa por la cabeza y el corazón de los niños adoptados?”, hemos preparado unas bases que nos ayudarán a todos a comprender algunas de sus conductas en la vida cotidiana.

Si conoces a alguien que está por adoptar, si recientemente alguien conocido lo hizo o si tú has tenido esta idea en la cabeza, esta información te será muy útil:

• Poder referenciar su origen ayuda a los niños adoptados a darle sentido a su historia.

La conexión con su pasado no es competencia del futuro, no hay por qué negarles la información de su familia biológica a menos que las particularidades del caso demuestren que no es lo más aconsejable. En muchos será demasiado difícil ayudarles a saber, pero no se nos debe olvidar que los niños llegaron al mundo con una familia biológica.

• Tener otra mirada de la vida es algo que ocurre con frecuencia en el niño adoptado

Basta ponernos en su lugar para comprender que es fácil que lidien con la sensación de abandono. Cuando son niños que han pasado años esperando recibir el amor de una familia, se debe reconocer que posiblemente sufran de problemas para crear vínculos, o sentir temor o confusión ante lo que la vida les depare.

• Un padre o madre que acepta los sentimientos de su hijo adoptivo lo entiende mejor.

Comprender que pueden existir sentimientos perturbadores en los niños es de gran ayuda para buscar medios para acompañarlos en el proceso de superación. Muchas veces el desapego se confunde con autonomía o autosuficiencia, pero puede ser una señal de todo lo contrario, por eso es importante demostrarles con paciencia y a diario que el amor que se les brinda es incondicional, que están a salvo y que son aceptados.

• Contarles la verdad no es crueldad, sino amor.

Los niños adoptados necesitan saber quiénes son, pero muchos adultos se preocupan pensando que es cruel contarles acerca de su origen. La duda generalizada es cuál es el mejor momento para contarles que son adoptados, y aunque no hay ciencias exactas las opiniones de muchos expertos en psicología infantil son que ‘entre más rápido mejor’.

Lo que callan nuestros hijos

Si desde bebés les contamos que no nacieron del vientre pero que son igualmente amados, más tiempo y oportunidades les estamos dando para elaborar, asumir y superar su condición adoptiva. La incertidumbre podrá estar presente pero el deber de los adultos es acompañarlos en este momento.

Aunque en la adolescencia es cuando se harán más preguntas -debido a que están construyendo su propia identidad-, el mayor conocimiento de su origen les ayudará bastante. 

Crecer tiene un ritmo diferente en los niños adoptados.

Es muy probable que los niños se hayan acostumbrado a estar solos o que tengan rutinas propias diferentes, por lo que no debería extrañarnos que les sea más difícil apegarse, crear relaciones y modificar su ritmo de vida para adaptarse a su nuevo hogar.

En el colegio tal vez enfrentarán mayores retos y al hacer las tareas quizá necesiten ayuda por más tiempo que otros niños, no obstante, se trata de un proceso paulatino en el que desarrollarán confianza y seguridad.

Algunos retos específicos que pueden enfrentar son:

• Mayor necesidad de apoyo que otros niños para sentirse capaz de lograr sus objetivos.
• Especialmente en la adolescencia podrán sentir que no existen vínculos con su familia o pondrán a prueba la estabilidad de los vínculos con sus padres con peleas continuas.
• Dificultades de aprendizaje por falta de estimulación en los primeros años de vida o malas experiencias.
• Problemas para escuchar a los demás y reflexionar sobre sus actos, relacionado a asuntos internos sin resolver.

• Sensación de ser diferentes y llevar una etiqueta (de adopción).
• Mayor enfoque estratégico y práctico ante algunas situaciones, en vez del emocional por la poca destreza en el manejo de las emociones.
• Falta de control, ante lo que necesitan gran ayuda de parte de los padres y de psicólogos especializados.
• Miedo a sentirse abandonados (de nuevo) o a sufrir pérdidas, lo que conlleva a relaciones superficiales.
• Frustración y problemas de autoestima. Vulnerabilidad.

Hubo vida antes…

Para finalizar es importante que, en nuestro acompañamiento a los niños adoptados, le sumemos el reconocimiento de las etapas que vivieron antes de serlo.

La vida de un adoptado no empieza cuando llega a su nueva familia por lo que seguramente habrá asuntos emocionales en los que deberemos trabajar, experiencias importantes, y hábitos buenos y malos que ahora deberán cambiar. Lo que sienten y cómo se sienten respecto a ellos mismos no cambiará de la noche a la mañana, pero probarles con amor que ya no estarán solos será el mejor principio para un resto de vida feliz. 

Las informaciones publicadas por Psicologos.com.co no sustituyen en ningún caso la relación entre el paciente y su psicólogo. Psicologos.com.co no hace apología de ningún tratamiento específico, producto comercial o servicio.