Una relación adictiva puede convertirse en una trampa

Generalmente nuestros vacíos interiores o las heridas sufridas en la niñez, son las que nos mueven a intentar llenar la vida con una sustancia, un juego, una práctica o incluso una persona, que nos dé una razón de ser.

Las alertas

Las relaciones adictivas son un tipo de adicción ligada a los apegos emocionales naturales que se dan en una relación. Lo que sucede es que estas expresiones naturales se distorsionan cuando se empieza a pensar que toda nuestra felicidad depende de esa persona y por eso se presentan comportamientos de dominio, posesión y celos.

El síntoma principal de una relación adictiva es que el miedo es lo que motiva las acciones de la persona. Con tal de recibir atención y afecto del otro, se cede en muchos sentidos para prolongar la relación.

No siempre será muy claro por eso es aconsejable que en principio se acuda a terapia de pareja para que, en caso de que ambos quieran luchar por su relación, logren identificar el origen de la problemática y qué hacer para cambiarla.

¿Cómo salir del círculo vicioso?

Para empezar dale una mirada a tu realidad actual. Lo mejor es ponerte un límite para terminar esta relación adictiva, tomar la decisión de cortar con la relación que te causa en realidad dolor y ansiedad.

Si estás seguro habla con la otra persona y corta de raíz siendo consciente de que muy probablemente vendrán días difíciles. La sensación de 'abstinencia' del cariño y la atención que recibías de esa persona, es un paso casi que inevitable pero es la transición hacia la recuperación.

"Cuando descubres que tú puedes ser el mejor fan de ti mismo, abandonas el hábito de mendigar la aprobación de los demás". Rafael Vidac

Muchas veces el temor más grande no es perder al otro sino que al cortar con la relación adictiva no tengan nada más en su interior que un gran vacío. No obstante, enfrentar ese abismo es parte de un cambio necesario pues vivir de manera miserable solo por no enfrentar el cambio es en realidad solo sobrevivir.

Ámate

Quizá ya lo habrás escuchado pero ahora más que nunca es momento de reconectarte contigo mismo y amarte. La primera relación que hay que reparar no es con tu conyugue sino contigo mismo. Lo ideal es lograr una relación en la que estés en la capacidad de decir:

"No te necesito, te prefiero". Walter Riso

Solo en las películas el amor no tiene defectos y parece mejorarlo todo mágicamente. En la vida real primero hay que amarnos para que otros nos puedan amar y podamos amarlos, sanamente, es decir con equilibrio.

Nadie va a llegar a tu vida a hacerte feliz. La felicidad es un proceso personal que se complementa con la felicidad de los otros, sin depender de ella. Cuando te amas lo suficiente te das el espacio para vivir tu vida y no postergar o dejar todo de lado solo para girar en el eje de la pareja, como suele suceder en las parejas con problemas de adicción.

Tal como en otras adicciones, es normal que llegues a sentirte tentado de caer de nuevo pero el proceso vale la pena aunque sea difícil. Apóyate en un psicólogo que pueda darte el acompañamiento necesario para que tus actitudes o inclinaciones adictivas no se deriven en otra condición sino que tengan solución.

Al final, aunque experimentes rabia o ansiedad vale la pena arriesgarte a romper con una relación que en vez de impulsarte te frena ante la vida.

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