Imaginación en el autismo

Así como cada persona es distinta, las personas dentro del espectro autista presentan característica diferentes. La creatividad y la imaginación es una de las habilidades que puede estar afectada en los niños diagnosticados con TEA. En dado caso, puede costarles imaginar una escena, plasmar una idea en el papel, o crear personajes nuevos.

Es importante evaluar este aspecto junto con la presencia (y en qué medida) de literalidad en el lenguaje, ya que, nos acercará mucho más al mundo del niño y a los apoyos que necesita. Debemos en todo caso, conocer al niñ@ para entender su mundo, identificar si presenta o no esta dificultad, y en el caso de que exista esta problemática, encontrar una motivación tan fuerte que lo invite a generar mundos interiores.

Algunos autores vinculan a esta dificultad con la habilidad para ponerse en los zapatos del otro y entender el mundo social. Sin embargo, aún no se ha podido determinar esta correlación. Lo que se sabe, es que podemos generar desde nuestro rol como papás, contextos en casa que estimulen la creatividad y la imaginación en nuestros niños.

El primer paso para poder generar estos espacios es identificar la etapa de juego, independiente de la edad cronológica del niñ@:

1. Juego funcional: los niños usan los juguetes o los objetos de una forma en que se espera o está previsto. Es decir, el niño tiene la capacidad de identificar la función del objeto y aplicar esa función cuando juega con el objeto en cuestión. Por ejemplo: el niño toma un celular de juguete, lo pone cerca de su oído y simula una conversación.
2. Juego simbólico: en este tipo de juego el niño pasa constantemente de lo real a lo imaginario. En esta etapa el niño puede recrear nuevos escenarios. Imitar las situaciones cotidianas de los adultos, las historias que han visto o escuchado, pero lo más importante y en lo que debemos enfatizar es la capacidad del niño para otorgarle a un objeto una función distinta, por ejemplo, el niño es capaz de tomar en sus manos una regla o un lápiz y jugar a que este objeto es un avión. La función de la regla es medir y la del lápiz es escribir, pero el niño está recreando una escena donde hay un avión que vuela.

Luego de identificar cuál es el tipo de juego que está disfrutando y desarrollando tu hijo, a partir de sus habilidades lúdicas. Inicia rutinas de juego pero sobretodo conéctate con su mundo interno, así posibilitas el juego compartido y el desarrollo de habilidades sociales. Para ello, es vital conocer sus intereses o motivaciones dejando a un lado lo que es correcto o esperable. Cada niño es único y esos intereses finamente orientados pueden generar verdaderos cambios en la interacción y comunicación.

Por supuesto, es importante la orientación de un profesional. Quien guiará las rutinas de juego y dará indicaciones para prevenir conductas reactivas en papás y en niños. A veces, las expectativas de los padres pueden frustrar los intentos de una buena interacción padre-hijo. Por eso, se recomienda una orientación terapéutica que pueda acompañar el empoderamiento de los padres en este proceso familiar, especialmente en niños pequeños (12 meses a 6 años de edad) donde las habilidades comunicativas se desarrollan.

Te invito a conocer el mundo interior de tu hijo, el cual es único, especial y maravilloso.

Referencias

Riviere, A. & Núñez, M. (2013). La mirada mental. 3a. ed. Aique Grupo Editor.

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