Un caso de Ansiedad Social
Este es el caso típico de una persona con dificultades en sus habilidades sociales. Si te identificas con lo relatado a continuación, te animo a buscar ayuda psicológica y espiritual.
Este caso lo describo porque me he encontrado con casos similares, tanto en hombres como en mujeres, que en su mayoría no se sienten comprendidos, antes bien, se sienten juzgados y solos. Si te identificas con lo relatado a continuación, te animo a buscar ayuda psicológica y espiritual.
R. es un hombre adulto (joven) y profesional. Desde muy niño fue diagnosticado con enfermedades visuales que lo llevaron a tener que usar lentes desde corta edad. R. nació en una buena familia, con padres trabajadores y amorosos. Sin embargo, el tiempo que tenían para dedicarle se limitaba en la mayoría de casos a los aspectos escolares. Al igual que una buena parte de la población, sufrió de bullying en su infancia, debido a su aspecto físico no muy atractivo y su carácter no muy sociable. Su desarrollo físico fue muy lento, aparentando siempre ser algunos años menor que los niños de su edad.
Siempre fue de pocos amigos y reservado. A pesar de sus evidentes dificultades sociales, se las arregló para no permanecer solo ni aislado. Sus amigo siempre fueron aquellos que los demás consideraban "raros". En estos grupos parecía encajar bien y casi siempre era bien recibido.
A sus 14 años comenzó a experimentar síntomas en extremo incómodos, pues se sonrojaba con increíble facilidad ante el más mínimo trato con otras personas, y notó la presencia de sudoración excesiva. Esto limitó fuertemente su vida social y el tipo de ropa que podía usar. También lo asaltaban continuamente sentimientos de humillación, de ser juzgado y rechazado, de ser incomprendido, además de presentar una constante sensación de "haberla embarrado" en reuniones familiares o de amigos.
Nunca consultó a nadie para manejar estas dificultades, ni siquiera a sus padres. A pesar de todo, R. sobrevivió al colegio y a la universidad, de la que consiguió graduarse a tiempo, aunque ha tenido grandes dificultades para abrirse un lugar en el mundo laboral. Fue hasta hace muy poco (un año), que tuvo la oportunidad de conocer a un psicólogo de enfoque católico. Éste, con un carácter duro, lo confrontó fuertemente y lo animó a vencer el miedo a ejercer su carrera, y poder finalmente despegar. Dos sesiones bastaron con este psicólogo para enfrentar a R. a sus inseguridades.
Si bien demoró en hacer caso a sus instrucciones, finalmente las puso en práctica y lentamente ha podido abrirse campo en el mundo laboral, tan complicado y frío. Hobbies como la música han permitido que lentamente se esté enfrentado a ese público tan temido; y a su propio ritmo ha ido disminuyendo gradualmente la pena y el sonrojo. Otros síntomas aún persisten, pero con el tiempo, el esfuerzo, la exposición a las situaciones temidas y, por supuesto, con la ayuda de Dios que sana sus heridas, estos síntomas desaparecerán también.
Alexandra Guzmán, Psicóloga
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