Lealtad a la sabiduría & discernimiento con honestidad
Lealtad como respaldo a la sabiduría, discernimiento como respuesta a la honestidad. Es el gran paso a nuestro cambio individual.
Durante mucho tiempo se nos ha inculcado que nuestra lealtad (sin importar las circunstancias) debe ser 100% a nuestra familia, seres queridos, encabezados por nuestro núcleo familiar (mamá, papá, hermanos, espos@ e hijos). En otros casos se nos enseña que la lealtad se debe dar a personas con cargos o conocimientos especializados como gurús, pastores, sacerdotes, maestros, líderes políticos, religiosos o sociales, porque se asume una actitud idólatra por su cargo o posición, que nos hace creer que en todos los casos son "más sabios" que los demás, por ende, siempre tienen la razón. Las expresiones mamá es mamá, papá es papá, familia es familia, el experto tiene la razón o más sabe el diablo por viejo que por diablo (haciendo referencia a la experiencia), son frases habituales en nuestro lenguaje popular a pesar de que las conductas, hábitos, creencias desarrolladas dentro de estos ámbitos familiares y sociales, en varias oportunidades no sean los más éticos. Justificándolos a beneficio con enunciados que hacen alusión a que nadie es perfecto, o simplemente, a que el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Argumentos que usamos equivocadamente como vía de escape, para confortarnos dentro de nuestra hipocresía. Sintiéndonos respaldados por ideologías que en esencia son reales, pero que amoldamos a conveniencia para que nos sirvan de complicidad. Tendemos a encubrir consciente o inconscientemente los malos hábitos nuestros, de las personas con las que se tiene un vínculo de familiaridad, afecto o afinidad. Alimentando una doble moral que va creciendo a costa de nuestra integridad, degradando nuestra sociedad.
A través de nuestra vida debemos tomar variedad de decisiones. Por esta razón estamos en conexión constante con el discernimiento. Que éste sea el adecuado o no, es otra cosa. Lo único seguro es que mientras vivamos, siempre estaremos sujetos a él. Es de gran importancia que desarrollemos un discernimiento con ética, con honestidad, con amor. Lamentablemente en la mayoría de casaos, el nuestro tiende a ser limitado, conveniente, no siendo del todo confiable debido a la manipulación, sugestión por parte de nuestros allegados y de la sociedad. No obstante, existe algo supremo, infinito, que siempre está a disposición para mostrarnos lo que para cada uno es lo mejor. Ese algo es objetivo, confiable para ver lo que realmente es, mas no lo que queremos ver. Su nombre varía mucho entre las personas, yo lo llamo Dios, la Luz, su sabiduría infinita se fundamenta en el amor, es el amor. Todos tenemos acceso a él por medio de la oración, meditación o reflexión. Fuente divina que nos da un discernimiento que penetra sabiamente hasta lo más profundo de nuestros pensamientos para saber si algo es correcto o incorrecto, bueno o malo, honesto o deshonesto, coherente o incoherente. No por quién lo haga o para qué se haga, sino por la conducta, esencia, pensamientos y/o consecuencias que estén implicadas.
Es recomendado tener presente la frase iluminada que dice "amarás a Dios sobre todas las cosas", no como tema de religiosidad, fanatismo, sino como fuente inmensa de sabiduría, Luz mental, Luz espiritual. Pues a través de esta sabiduría, percibimos la verdad que se manifiesta en el amor por nosotros, los demás, lo que nos rodea. A fin de cuentas, Dios es amor y el amor es de Dios. Cuando nos apoyamos sobre un discernimiento divino o fundamentado en el amor, que viene a ser lo mismo, estamos pensando/actuando con amor, siendo este de todos, para todos, no importa si se es hombre o mujer, conocido o desconocido, amigo o enemigo, rico o pobre, mamá o papá, hijo o hermano, etc. Si cada uno de nosotros somos leales 100% a Dios (amor), por encima de nuestro ego, nuestra familia, líderes, gurús, seres queridos. Todo, absolutamente todo, cambiará por completo a favor. Simplemente, porque de ser así, actuaremos honestamente sin egoísmo e impulsados por un beneficio propio, colectivo, que solo el amor nos puede mostrar, nos puede dar.
Seamos sabios al elegir a quién o a qué le somos leales en este mundo. Indaguemos, observemos, demos nuestra lealtad al que lo merece, a aquel que lleva impreso el labrado del amor en su interior, no nos dejemos confundir por palabrería que suena agradable, pero que no es coherente con los actos de quienes la divulgan. Dijo Jesús sabiamente, Por sus frutos los conoceréis, gran sabiduría que nos da una pauta para saber a quién o a que ser leal. No confundamos lealtad con complicidad o conveniencia. No tratemos de manipular la verdad, ni tratemos de victimizarnos para justificar nuestro mal actuar/ pensar. La verdad siempre estará presente así se trate de amoldar u ocultar. No vale la pena intentar borrarla, evadirla o persuadirla con beneficios o lujos, puesto que ella siempre relucirá, porque permanecerá impresa en lo más profundo de nuestro corazón. Por encima de todo debemos ser leales a lo justo, lo correcto, lo perfecto que solo el creador con su amor nos puede dar. Tomemos lo mejor de nuestros semejantes, de nosotros mismos. Tengamos el valor de erradicar lo negativo, sin caer en su justificación por mantener nuestro confort, pues la justificación de lo negativo, es una línea directa a la devastación, nuestra devastación.
Estamos en un sistema en el que vemos fácilmente los errores de los demás, generando una infinidad de juicios. Pretendemos estallar la "burbuja" de mentira, apariencia, hipocresía, corrupción, inmoralidad, etc., de los demás, pero no la nuestra. Queremos que nuestra "burbuja" permanezca intacta, continuando con la doble moral que crece en nuestro interior de forma sigilosa, disfrazada de rectitud, de un buen actuar. Divulgamos, sentenciando los malos hábitos de los demás sin hacer el más mínimo esfuerzo de confrontar las falencias de las que somos partícipes directa o indirectamente con nuestra complicidad. Complicidad y/o conveniencia con nuestros padres, hijos, familiares, amigos, sacerdotes, gurús, pastores, políticos preferidos, líderes predilectos. Un sinnúmero de entes que a la larga terminan siendo parte del mismo círculo vicioso que degrada cada vez más nuestro entorno, nuestra mente, nuestro ser espiritual.
No se trata de ser indiferentes o mantenernos al margen de los errores cometidos en la sociedad, no se trata de castigar a los demás o castigarnos a nosotros mismos por nuestras falencias o debilidades. Se trata de dar el primer paso e identificar lo que debemos y podemos mejorar. No interesa si se repite el mismo error, pues nadie está exento de esta situación. Lo que interesa, es el esfuerzo a conciencia por hacerlo cada vez mejor. No importa el número de veces que caigamos, sino el número de veces, que con gran valor, somos capaces de levantarnos de nuestras caídas, con el propósito firme de hacerlo cada vez mejor. "El error cometido no es el problema, el problema es no reconocer que se comete. Porque si no se reconoce, nunca podremos solucionar el verdadero problema".
En determinados casos enfrentarnos a la verdad es doloroso, hasta vergonzoso, pero es la verdad y es necesaria saberla para corregir, para actuar. Vivir en un mundo de ilusiones, puede ser inicialmente satisfactorio, pero es algo temporal. Debido a que en cualquier momento vamos a despertar, para enfrentar las consecuencias, el dolor, la decepción, que aqueja la triste realidad de ver en lo que nos hemos convertido producto de nuestra indiferencia e irresponsabilidad.
- El cambio del mundo inicia por cada uno de nosotros. Tomemos la determinación de estallar nuestra "burbuja" de conveniencia, de complicidad. Discernamos con honestidad, siendo leales a la sabiduría, el amor. Esta es la mejor decisión que podemos tomar, en beneficio de la humanidad, nuestra conciencia y desarrollo personal.
Leonardo del Rio
Psicólogo Llaves a la Luz
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